domingo, 21 de marzo de 2010

Breve historia de una inundación (1ª Parte)

Este año está siendo uno de los peores inviernos que se recuerdan (últimamente he descubierto la penicilina, según morito) y estamos viendo que la provincia de Cádiz, sobre todo la zona de Jerez, está siendo una de las más castigadas por las inundaciones.

En éstas estábamos, cuando parecía que todo había pasado, nos vimos en casa familiar directamente afectados. Ésta es la pequeña historia de los hechos que ocurrieron el sábado 6 de marzo de 2010.

“Como suelo hacer desde hace casi diez años, casi todos los viernes por la tarde, salgo del trabajo desde Antequera en dirección a Conil de la Frontera, unas veces doy una vuelta y otras muchas no. Ése viernes tocaba salir a dar una pequeña vuelta con un amigo, con quien estuve comentando las novedades laborales y de la crisis económica, conversación típica y original donde las haya, aparte de algún comentario más que ahora no viene a cuento, pero que no hay que ser un Tony Blake para adivinarlo.

Hablando del tiempo me comentaba mi amigo, en su afición de surfer sigue el estado del tiempo como otros seguimos los resultados de la liga de fútbol, que esa noche iba a caer un tormentazo que es en Cádiz y en todos lados significa llover mucho, ninguna novedad en lo que ha sido el invierno.

Ya de recogida, a la formal hora de las doce y media, no había pintas de que se diera esa predicción, pero a éso de las seis, siete o la hora que fuera, pues ni me preocupé en mirar la hora, cayeron unos grandísimos truenos capaz de interrumpir mi sueño, que ya no recuerdo si era placentero, resolviendo esa molestia con un giro de 90 grados y a dormir a pierna suelta de nuevo.

A las once y media, fui interrumpido de mi duermevela, una de las pocas aficiones que tengo, por mi madre avisándome de la venida del agua, aspecto del cual no entendí ni jota. Levantarse, en mi caso, nunca es el típico despertar del que se levanta desperezándose con los brazos en alto, siguiendo un rascado de barriga y culminándolo con otro en el culo o donde cada uno prefiera, simplemente es levantarse poseído con un rumor de fondo en el que voy rutando a donde tenga que ir, en este caso, a la galería del salón.

Ya en el salón, ví como el jardín estaba anegado, pero viendo lo que había llovido, no era de extrañar, el problema es que en la parte trasera de la parcela hay un arroyo, que por aquí quieren llamar río (y equipararlo al delta del Nilo, no te j…), en el que se estaba empezando a acumular el agua de toda la zona, ayudado por un cuello de botella en un puente que, con la suciedad del arroyo, no permitía fluir el agua. Incrédulamente, en mi caso, no le di importancia, ya que, al estar el chalet elevado medio metro sobre el terreno, mucho agua debía acumularse para empezar a preocuparse y se acumuló, vaya si se acumuló.

(Continuará…)

1 comentario:

  1. Pichita, vaya mierda de blog, por lo menos podrias poner algunas fotos! es infumable. Dedicate a otra cosa

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