miércoles, 29 de febrero de 2012

Empezamos bien


Aquí estoy, dándole vueltas a toda una sensación de haberme metido en un buen berenjenal.

Me explico.

Allá por septiembre se llegó a la conclusión de que, para revitalizar el retoblogger, cada uno de los distintos participantes debería plantear un objetivo personal, a cumplir a lo largo de este año. A un servidor no se le ha ocurrido otra fabulosa idea que intentar escribir un libro. Menuda boca la mía.

A pesar de ser totalmente reacio a publicar nada personal en el blog sobre algo que tenga que hacer o haya hecho, he llegado a la conclusión de que tampoco es para tanto, pues mis contados seguidores, que no admiradores, son tan pocos que casi que me leen con un sentido de la obligación y ningún sentido del placer. Haré una excepción durante seis post este año e intentaré explicar los avatares que pueden dar lugar en la escritura del dichoso libro.

¿Por qué un libro?

De entrada me decanté por ello, sencillamente, por la dificultad intelectual que conlleva y reconozco que, si lo llego a terminar, será un pastiche infumable, una vergüenza para el mundo de las letras y un motivo de carcajeo público, pero como seré el primer juez yo mismo, antes de entregarlo a la inquisición retobloggeril, así que tan tranquilo.

He preferido un reto intelectual, por un motivo muy sencillo: creo haber perdido facultades mentales. Ahora saldrá el listo o la lista de turno diciendo “éso ya lo sabía yo” o “no se puede perder lo que no se tiene”, en fin… Al (¿tener la suerte?) de trabajar en una fábrica, aun siendo un puesto dinámico, es cierto que se llega a convertir, como todas las actividades repetitivas, en un entorno limitado para el desarrollo psíquico, y esas limitaciones hacen que las facultades mentales se reduzcan o atenúen. Entre escoger un reto físico y uno mental, he visto que era más factible el físico y no por razones de ser un portento, sino porque la dificultad es mayor, desde mi inapelable opinión.

Ello no quiere menoscabar el reto de mis competidores, porque, los que han escogido retos físicos, han sabido calibrar entre un objetivo fácil y otro desmesurado, sólo conseguibles con grandes dosis de entrenamiento y disciplina. En el fondo, creo que todos nos encontramos a estas alturas del año, en que los demás suben una colina y nuestro reto personal es un ascenso al Everest, sin ayudas, sin oxígeno y sin ropa.

Y todos los del reto pensando, mira que somos chulos.

Pues éso, el objetivo es más dirigido a la recuperación y aumento de mis facultades mentales, pero como ese objetivo es imposible de medir, la aventurilla de escribir un libro sólo es la parte medible que no me ha quedado más remedio que afrontar en público y que voy a ir completando mejorando el inglés y el ajedrez. El cerebro es un músculo más y hay que alimentarlo.

Entrenamiento mental, en resumen.

¿Por qué escribir?

Para mí el retoblogger me lo he planteado siempre como una forma de aprender a exponer temas variados de una forma, si no amena, al menos no del todo antipática, que permita terminar al lector con la idea primordial de forma inteligible y clara, cosa que sí creo conseguir. Cosa distinta es que se llegue a conectar, pero todo se reduce a encontrar el entorno o público adecuado.

¿Es difícil escribir?

Sí y no, es una cualidad como otra para la que unos están más capacitados que otros. Si nos ponemos a pensar en los columnistas de opinión, vemos que, al ser su oficio, estas cualidades las van mejorando con el tiempo, es su trabajo. Los amateurs -si es que nos acercamos ni si quiera a eso-, tenemos que adaptarnos a las circunstancias, ya que no es fácil compaginar un trabajo y unas obligaciones que nos pueden absorber casi todo el tiempo, con una o más aficiones y qué decir de un berenjenal gratuito en el que nos hayamos podido meter.

Pero, aún así, hay que intentarlo, para ello hay que conocerse, saber perfectamente cómo nos afecta el entorno en nuestra concentración, que es un factor fundamental a la hora de poner en claro las ideas. Esto no quiere decir que haya que buscar un retiro monacal, ni una soledad de náufrago, sino el saber encontrar el sitio donde mejor le venga a uno la inspiración, esa cosa tan manida, y cómo obviar a los días en los que no se nos ocurra nada. Éstos han sido mis primeros pasos estos dos meses, encontrar o, al menos, reconocer los lugares y las situaciones donde más a gusto se concentre uno y reconocer, también, los momentos en los que es necesario vencer la pereza inicial, como ha ocurrido hoy.

Respecto al formato del libro, que no tiene por qué ser una novela, como se pueda pensar alguno, todavía estoy en ello, pero, después de escribir este post y ver cómo ha sido sentarme y empezar a fluirme las ideas y las palabras, aunque al principio pudiera parecer una ironía, empezamos bien.