viernes, 30 de noviembre de 2012

El cansancio de la crisis II: Soluciones Rurales


Las perras, cuando tienen una camada, al principio se comportan de una manera muy celosa y vigilante durante el primer mes, pero, en cuanto crecen un poco los cachorros, comienzan a cansarse de la insistencia de los mamones, porque ya se acaba la leche materna y les han empezado a salir los dientes. Termina la perra de sus cachorros hasta las narices, en este caso, hasta el hocico.

Como la perra en el último momento, estamos todos hasta las mismísimas de los políticos que se comportan como cachorrillos eternos e insaciables, cuyo objetivo en la vida, la de los cachorrillos, gira en torno a mamar de la ubre, importándoles poco o nada otra cosa diferente. Y todos nosotros, a los que maman los llamamos… Pues eso.

(Tema aparte es que se asocie a los cachorros como unas criaturas graciosas e inocentes, nadie se imagina tener a un político como mascota, de tal forma que la campaña de “Él nunca lo haría” se convertiría en “Hazlo, hazlo con saña”).

Y como todos los que maman no nos inspiran la más mínima confianza y es mejor dárselo mascadito, no se nos vayan a lastimar sus encías sólo aptas para tareas succionantes, vamos a intentar proponer algunas ideas, para, iluso de mí, si alguno se puede sentir aludido y, lo más importante, que se ponga por la labor
.
Ya está bien de tanto ver el problema de la crisis, ya está bien de que cada tertulia se convierta en una “reunión de sabios”, donde es común que se llegue, en la mayoría de las ocasiones, a la misma conclusión: que los políticos no ponen de su parte o sólo una ínfima y (ya en los postres con la copa o alguna más) que se caldee el ambiente y vaya acompañado de flores varias, epítetos (des)calificativos y rememoraciones de árboles genealógicos.

Aun así, sabemos que las soluciones que a todos se nos llena la boca no son ni rápidas, ni fáciles, pero sí muy gravosas (para los de siempre) y, como no están en nuestras manos, casi mejor ni preocuparse en plantearlas. A ver si no de qué nos va a servir decir que se recorten privilegios, embajadas o televisiones públicas, si sabemos que los sueños nunca se cumplen, es más fácil que se cumplan las pesadillas.

Olvidemos, por un momento, a estos seres y veamos qué se puede hacer por las consecuencias más graves del problema y que son: los desahucios y el pasar hambre (aparte del desempleo).

Cuando uno ve los dramas de los desahucios y todas las personas en los corredores sociales, no puede evitar pensar en la insistencia de la gente en vivir en las ciudades, como si vivir en una ciudad fuera lo mejor del mundo y piensa que por qué no se intenta revertir de tanto urbanita y proponer volver a repoblar los cientos de pueblos fantasmas con planes de apoyo sociales, con planes de cultivo y autoabastecimiento y con algunas cosas más que puedan añadir mentes más preparadas que la mía. Sé también que tiene sus inconvenientes, como puede ser convertir esos pueblos en pequeños guetos de personas non gratas, pero no hay solución perfecta.

De la misma manera, podría plantear por qué no se pide una prestación a los parados, si somos tan europeos para unas cosas, que por mucho que digan que se pueda utilizar como sustitución de un empleado en plenas condiciones por otro camuflado en prestación social. Cierto que lo habría, pero también existen bastantes ejemplos, en el ámbito rural, que qué van a sustituir si nadie lo hace. Hablamos de limpieza de cunetas, hablamos de limpieza de monte bajo. ¿Nadie ve las ventajas de esa prestación? Un trabajo al aire libre, ejercicio, mente ocupada, sinónimo de salud (con la reducción potencial de servicios sanitarios por depresiones, sedentarismos y otras que se puedan dar).

Sé que es una utopía, pero por intentar encontrar soluciones que no quede, que lamentos ya ha habido muchos.

Pero lo verdaderamente utópico, es el llegar a ver que los políticos españoles, sean de la cuerda que sean, aúnan sus esfuerzos para mejorar la situación y se olviden de que sus votantes no vayan a votarles y les boten de sus mamandurrias por verles hacer piña con los políticos del color contrario.

Si es que lo único que tenemos claro, lo único que sabemos todos de las soluciones rurales, lo que de verdad sabemos es que nuestros políticos son muy de pueblo, muy rurales, o sea, unos catetos.