Continuando con el relato apasionante de la redacción del
libro del demonio, llega un momento en que uno se tiene que plantear qué
escribir, porque después de dos meses perfeccionando sus conocimientos de arqueología
(yacimiento boca arriba, yacimiento boca abajo o, incluso, de costado) ya va
siendo hora.
A uno como yo que, sin la más mínima humildad, reconoce que
sabe de mucho, pero que nunca ha sentido la necesidad de demostrar que lo sabe, ya que se
presupone, le produce una cierta ofuscación encontrar alguna temática que pueda
despertar el interés en los cuatro que le leen. Por lo que, en vez de tenerlo
claro, estoy hecho un lío y tendiendo a la eliminación de temas y estilos.
Afortunadamente, por esos conocimientos de arqueología
adquiridos, todavía no he tenido el síndrome de la página en blanco. Aunque la idea
que tengo es más esquemática, un inicio y un fin, una idea que se quiere contar
y luego ya veremos. Resumiendo, es como el anuncio de las cucarachas que nacen,
crecen, se reproducen, mueren y desaparecen, lo que hay que hacer es meter
luego muchas cucarachas.
Puestos ya en el proceso de eliminación, está claro que lo
que no haré será escribir una novela romántica, la explicación es bien
sencilla: tres millones cuatrocientos setenta y siete mil novecientos cincuenta
y tres mujeres (una arriba, una abajo), ni qué decir tiene seguidoras
apasionadas de mis lúcidos escritos, han declarado, por pasiva más que por
activa, que este que escribe es más soso que la mojama y otros calificativos,
por cuyos motivos no son para exponerlos públicamente.
Y aunque uno pueda pensar que tres millones cuatrocientos
setenta y siete mil novecientos cincuenta y tres mujeres (una arriba, una
abajo), puedan estar no del todo acertadas, piensa que el concepto de
romanticismo está tan plagado de clichés y puestas del sol que es tanto sol que
ciega la realidad de los momentos pseudorománticos estereotipados. Por tanto,
seguirá manteniendo esa alegría de la huerta que tanto entusiasma a tres
millones cuatrocientos setenta y siete mil novecientos cincuenta y tres mujeres
(una arriba, una abajo).
Volviendo a las temáticas he empezado a vislumbrar la idea
de lo que quiero hacer. Para ello voy a estar dos meses entrenando, por decirlo
de alguna manera, mediante la realización de algún que otro relato corto. Eso
por un lado. Por otro, intentaré que no sea nada serio ni oscuro. Algo que
desprenda positivismo, algo que sea sencillo de leer y que no produzca
excesivos esfuerzos mentales. Algo que, de tan sencillo, resultará muy
complicado.
Me insisten en que siga la línea de la tapa del inodoro,
momento culminante de mis gracietas, a esos les digo que mis conocimientos de
arqueología me permiten explotarlo, que uno es experto en la fosilización de
calcetines, pero que no ha querido abusar al intentar cubrir distintos temas y
no le gusta encasillarse, pero que dado los momentos de crisis que vivimos, en
que todas las cosas son grises, intentará darle un punto esperanzador y, a ser posible, medio gracioso. Pero
paraos a pensar que a quién le puede interesar las dificultades que puede tener
uno en encontrar dos calcetines de la misma textura y del mismo color a las siete y media de la
mañana.
PENSANDO.....
ResponderEliminarEso mismo estoy haciendo yo, Sr. Domingo. PENSANDO que ponerle, porque después de leerle e imaginarle como Indiana Jones atascado en las cuevas de Nerja o buscando restos del Hombre de Atapuerca, y de releer cuatrocientas cuarenta y nueve veces la cifra de mujeres que creen que es soso (siempre nos quedará Suecia) va y llego al punto y final. Así, sin más...
Pues..... esperaremos a alguna de esas novelas cortas con finalidad de "prueba preparatoria", a ver si tienen más chicha.
Como me pilla usted flojito, y conoce mi situación de la última semana, voy a ablandarme y calificaré su post de "ligeramente aceptable".
Pero no se acostumbre, que para el próximo, si no mejora.... pasaré el cuchillo.
Saludos, CHACAL.
PD = Hoy tengo cena con el emigrante (que ya no lo es tanto...). Parrillada de Marisco entre pecho y espalda... le dedicaré el primer carabinero.
Eso de las siete y media de la mañana me suena ya a novela .....
ResponderEliminarEscritooor... que bien plasmas la agonía del escritor!!!
ResponderEliminar(No te andes con rodeos, escribe el libro de primeras. Es mi consejo).