miércoles, 31 de octubre de 2012

La atrofia

Llevo más de tres horas, entre que me levanto y me siento, entre que ceno y me siento, entre que me levanto de un sitio y me vuelto a sentar en otro, mirando un folio en blanco. He empezado tres veces, con tres comienzos a cual más entretenido.

Si es que, cuando no sale, no sale y lo que sale no es publicable. Es el típico bloqueo de quien tiene la mente en otro lado, de otras preocupaciones y ninguna motivación en realizar algo concreto.

Me da coraje tener que poner ésto y si el blog fuera una especie de fuente de autoayuda, estaría diciendo alguno que hay que exorcizar los demonios o intentar producir una catarsis de la desmotivación hasta encontrar el punto donde se vuelque la caída. Pero como este blog no es de autoayuda, que la busquen en otro lado.

Faltaría más.

Esta sensación, como la pescadilla, es de vacío, de desgana, de dejadez, de vagancia, menos mal que no de fatiga mental, porque menudo cuadro, y en estas estoy con el desánimo de publicar nada, aunque sabiendo que sólo toca esperar que se pase mientras uno se dedica a otras cosas.

A día de hoy prefiero leer lo que publican otros más que publicar lo que otros no lean.

Y sé, que ya va siendo la hora de decir, basta. Sin haber llegado a plañido lastimero, es momento de cambios, de búsqueda de distintas disciplinas, porque lo que lleva mucho sin arreglarse, como no se ponga de parte de cada uno, poco se va a arreglar.




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