domingo, 25 de abril de 2010

Mi "barco" en el tiempo...

Hace un tiempo, un amigo me preguntaba que, si yo fuera "barco", qué rumbo pretendía seguir. En ese momento, no supe qué responder, mi "barco", supongo según él, iba a la deriva...(¡qué poético!).

A raíz de ésto, el ponerse a pensar en qué nos traerá el futuro, sea a corto, a medio o a largo plazo, digamos a veinte años es algo complicado. Tema peliagudo, porque lo primero que se nos viene a la cabeza es mirar atrás, al 1990. Ni locos nos hubiéramos imaginado, la mayoría de nosotros, estar donde estamos o, por ejemplo como anécdota, a nadie se le hubiera ocurrido adivinar la dependencia que se ha generado con los móviles y el internet, necesidades que, entonces ni tan siquiera existían. De antes se quedaba a una hora y se aparecía o no, ahora, si no apareces, ya te están mandando un sms para confirmar que estás a cinco metros de distancia...

Pensar en lo que será el mundo, que no mi mundo, dentro de veinte años es un ejercicio de imaginación excesivo para "muá", aunque tampoco hay que ser un Premio Nobel, para prever, de forma general, que la tendencia es sobre las tecnologías. El ser humano será menos necesario para realizar las cosas en el trabajo, necesitando, por consiguiente, menos recursos humanos. A esas alturas del siglo, ya existirán los primeros cyborgs, no tanto como Terminator, que alguno ya ronda por nuestros alrededores sin necesidad de "tecnología punta", pero la medicina habrá dado un salto tan cualitativo como para implantar de forma masiva y segura prótesis cuasihumanas.

Igual la telefonía móvil e internet, tal y como la entendemos ahora, haya desaparecido interactuando con el ser humano de forma similar a Minority Report (éso sí de prever el futuro tararí). Y, por fin, se haya acabado el petróleo obligando a buscar esa energía barata y limpia que tanto nos quieren vender ahora nuestros políticos, como si la eólica y la solar fueran Jauja. Pasando los productos del hidrocarburo a ser algo obsoleto. Tantas y tantas cosas podrán cambiar en el mundo de la tecnología que puede que cambien nuestras costumbres, aunque sin llegar a extremismos. Si se piensa en el impacto que tuvo para nosotros los móviles y el internet, seguimos siendo todos iguales y, al mismo tiempo, diferentes.

En cuanto a nuestro "barco" ya llevamos una vida en que la construcción del mismo, nuestra quilla, cuadernas, cubiertas y demás servicios, ya están colocadas con mayor o menor maestría. Nuestra "tripulación" ya está formada, habiendo echado por la borda algún que otro grumetillo, dejado en puerto a personal que ya no servía y embarcando a otro, lo que hace falta, siendo nosotros los armadores, poseer un buen capitán que lo gobierne con el mejor criterio. Navegar no es un viaje plácido ni bucólico, como intentan vender las agencias de viaje, hay que tener respeto a la mar. Unos nos encontraremos calmas chichas prolongadas, tormentas más o menos fuertes y alguno que otro se meterán en algún Maelström, del que igual necesite los servicios de Salvamento Marítimo...

En definitiva, los cambios en la política, tecnología, trabajo, familia, etc., no son más que los distintos "peligros" de nuestra travesía, que habrá que disfrutarlos, sortearlos o sufrirlos en función de cada cual. Ahora sí sé lo que contestaría a mi amigo, si yo fuera "barco" ya sé qué rumbo seguiría, aunque, a diferencia de los distintos "puertos" a los que él se refería, yo sólo puedo pensar en llevar mi "barco" a un Puerto: seguir navegando.

¡Buena singladura!

domingo, 18 de abril de 2010

Autoayudas

Siguiendo la línea abierta de “profundidades” cual James Cameron en The Abyss, se me ha venido a la cabeza una moda que prolifera por todos lados, y que son los blogs y los libros de autoayuda. La conclusión que saco es que o somos idiotas o somos idiotas…

Bien es cierto que no todo el mundo posee la misma fortaleza mental, que hay altibajos en la vida sea por motivo laboral, familiar o “amorouso”, o cualquier otro, pero llegar al extremo de resumir una actitud ante la vida con un lema, cual política de empresa, me parece rayano en lo ridículo.

Pienso que cada uno es diferente y que cada cual debe buscar ese supuesto “camino” que a muchos tanto les agobia encontrar, solos, solitos, solos. El no va más es que fulanito de tal escriba como si tuviera la llave de La Verdad, totalmente convencido de la pamplina que está contando, que menganito haya encontrado su equilibrio con la filosofía confuciana, con el ying y el yang y que lo divulgue como si hubiera descubierto la pólvora. Que sí que me parece respetable a nivel particular, pero el problema es que hay algunos que se lo creen.

Lo que no sabe la gente es que hay que empaparse de todo lo que nos caiga en las manos y cada cual que tome la decisión que mejor considere, pero no esperemos que esa decisión la tomen por nosotros personas que, escribiendo, hagan gala de una serie de “valores” y que luego puede que no apliquen en su vida privada. Mucho ying/yang y mucha monserga, pero puede que, para muchos, no sea más que una forma de ganarse la vida.

La realidad es que es esa mentalidad de urgencia y necesidad de ser “felices”, algo que es muy relativo, ya que querer vivir continuamente en “éxtasis”, es estar mal de la azotea, debería tenderse más al equilibrio. Esa realidad, como decía, puede venir del continuo bombardeo que recibimos del estilo “fast-food”, del usar y tirar y de la mala educación recibida (no de la otra, de la chabacanería, que hay para rato).

Ahí van algunas de las “perlas” de filosofías de vida:

1) “A vivir que son dos días” y el del fondo dirá “…y que nos quiten lo bailao”.
2) “Sé feliz”, con lo anteriormente comentado.
3) “Mira hacia adelante, sin mirar atrás”, todos somos lo que somos por los errores y aciertos que cometemos y, si no recapacitamos en ellos, es que somos unos inconscientes.
4) “No te arrepientas de los errores”, más de lo mismo.
5) “Lo mejor está por venir…”, chi lo sa.

Y más que puedan haber, igual por separado sea excesivo, reducir ese “meaning of life”, y sí que bien administrados a alguien le pueda ayudar a orientarse, aunque éso de despertarse por la mañana y automotivarse para comenzar el día con un “hoy voy a ser feliz…”, como que no.

Así me despido hoy, encontrándome ahora mismo en estado zen, es decir: “zencillamente” estoy “zentado” en posición flor de loto, con los “zentimientos” a ras de piel y preparándome para “zenar”…¡”zentollo”!.

domingo, 11 de abril de 2010

Dos problemas generales en los sistemas informáticos de gestión

En las empresas actuales es imprescindible el poseer una o más herramientas informáticas que ayuden a la toma de decisiones y al control de los distintos datos. Por mi parte, desconozco exactamente el funcionamiento de un Business Intelligence, aunque, después de estar más de diez años metido en el tema de implantación y explotación de sistemas integrados de gestión empresarial ERP’s, más o menos puedo dar una pequeña opinión a dos temas principales:

1) Parametrización. Los ERP’s, a la hora de parametrizarlos, se basan en realidades físicas, por ejemplo, clientes, proveedores, materias primas, cantidades de consumo, tiempos de trabajo, mientras que un Business Intelligence, al basarse en parámetros econométricos y estadísticos, es mucho más complicado de hacerlo, aparte de que la toma de decisiones basadas en estadísticas, no se puede decir que sea la mejor solución. Se podría simular distintos entornos y situaciones dadas, pero de ahí a tomar la decisión basada en estos sistemas me parece algo exagerado, pero, lo dicho, es una opinión, igual algo arriesgada basada en el desconocimiento del tema. Como la Economía es una ciencia infusa, en el sentido de que los modelos predictivos no tienen por qué ser ciertos, el Businesss Intelligence habría que utilizarlo como un complemento de la toma de decisiones.

2) Proveedores de servicios informáticos: Una de las problemáticas que más incidencia ha tenido en la selección de los distintos sistemas informáticos, es el proveedor tanto de servicios como de software. En las PYME, al menos por donde me he movido, supuestamente, los proveedores se servicios se piensan que los clientes son idiotas, así de claro, abusan de su posición de fuerza para marcar la pauta de trabajo, no quiero dar a entender que trabajen mal, sino que, al depender completamente de ellos, los tiempos de implantación o mejoras, dependen totalmente de ellos. El problema que se suele presentar, cuando, el cliente tiene un conocimiento decente de informática es que los timmings que presentan suelen ser motivo de conflicto al no parecerle al cliente correctos o razonables.
Desde aquí os invito a plantear más problemáticas fundamentales en los sistemas informáticos de gestión.

domingo, 4 de abril de 2010

"Importantismos"

Como decía Robespierre “hay algunos hombres útiles, pero ninguno es imprescindible. Sólo el pueblo es inmortal”, aparte del sentido social de la cita, del pueblo y sus libertades, voy a hacer hincapié en algo que todo el mundo sabe, pero creo que, muy en el fondo, pocos nos aplicamos el cuento: que nadie es imprescindible, tanto a nivel laboral como social.

Hay una tendencia a ser “impogtante” (sí, con ge gutural), a remarcar la “impogtancia” que tiene cada uno en el trabajo. Y no creo que me equivoque al decir que esta generalización se da en todos los niveles de la empresa, desde el operario con experiencia hasta el gerente, aquí tor mundo tiene que defender su “cuota” de importancia, pues todos pretenden sobresalir en algo que los demás no puedan o sepan hacer. Siendo cierto que todos los factores son fundamentales para el buen funcionamiento, incluido el humano, el error es pretender confundir el peso de cada uno como algo vital para el mantenimiento o supervivencia de una empresa. En resumen, el sentirse importante o imprescindible en el trabajo son, repite conmigo: ¡Tonterías!.

Luego están, los que siendo “algo”, en lo que se entiende como un trabajo decente o alto dentro de la escala social actual, necesitan remarcar a todo hijo de vecino de su “impogtancia” en la sociedad, el acaparamiento de poder, la cantidad de “contactos” que poseen, con el único fin de querer dar a entender que son más que su interlocutor, esto, repite conmigo, son: ¡Tonterías!.

Ya, independientemente del mundo laboral, nos encontramos a innumerables elementos vivientes, cuyo mayor objetivo parece que es, no el estar a gusto consigo mismo, sino en estar pendiente más de rodearse de placeres, unos, bienes, otros, amistades “poderosas”, los de más allá, total, que parece una competición, a ver quién es el que más… Y, repite conmigo, esto son: ¡Tonterías!.

Se podría decir que existe un “peterpanismo” latente, el yo soy más que tú, un complejo de superioridad continuo con el fin de conseguir el pseudoplacer del “ser más que”, todos hemos conocido alguna vez a alguien que siempre ha estado más pendiente de la marca de su camisa y de la del que tiene enfrente que en lo que de verdad contiene esa camisa, cosa que pienso que son, repite conmigo: ¡Tonterías!.

Aún a costa de parecer un cursi redomado, cosa que no me considero, ya que el levantarse levitando y en plan místico nunca ha sido mi forma de ser, todos, creo y quiero pensarlo así, somos conscientes de que lo verdaderamente importante es el ser importante para quienes nos importan, valga la redundancia, independientemente del nivel social que alcancemos y los objetivos marcados en la vida (que se conseguirán o no). Necesitamos hacer un ejercicio de autocrítica y humildad, aceptar lo que valemos en su punto justo, saber cómo estamos haciendo las cosas, tanto en el trabajo como en la vida particular, intentemos eliminar los “importantismos” de nuestro comportamiento, y esto, aparte de no ser fácil, no, repite conmigo: ¡No son tonterías!.